No, no es broma. Esta serie, basada en la deplorable película de los setentas, remedo de Star Wars logra ser honesta y muy contemporánea. No por nada fue escogida por la revista Time como mejor serie del 2005. Como toda buena película de ciencia ficción (El Planeta de los Simios), habla de nuestros miedos actuales y usa su historia como una alegoría de lo que sucede actualmente en Estados Unidos y el resto del mundo.
Ahora, seguro pueden pensar, ¿Y que hay de 24? ¿Jack Bauer pelea con terroristas un día al año no? Cierto, pero la verdad es que 24 se volvió un éxito comercial demasiado rápido. Y como todo programa ultra comercial, lleva la maldición de sacrificar cualquier coherencia política por adrenalina pura. Como dice Dan Martin, en el mundo de Jack Bauer, la tortura es una panacea que provee una catarsis para la audiencia sedienta.
La premisa es sencilla. En el futuro, robots llevan a cabo el genocidio masivo de la civilización humana. Aquellas personas que sobreviven, huyen, sólo para ser perseguidas a través del universo por Cylons, androides que aseguran venerar al único y verdadero Dios. ¿Su razón para destruirnos a todos? Dios les ha dicho la verdad. Los seres humanos son unos infieles. Han derrochado el amor divino que se les ha ofrecido y lo han pagado con odio, corrupción y maldad. Por lo tanto, todos merecen morir. ¿Suena familiar?
¡Frakking Extremistas!
Los personajes principales no son Luke Skywalkers ni John Waynes. Son políticos y militares que mienten y se engañan los unos a los otros. Muchos son cobardes que solo buscan lo que más les conviene. Tienen más en común con Rómulo León y Alberto Quimper que con héroes interestelares. Son seres fallidos que viven día a día con el temor de no saber cuando van a ser atacados ni como. Muchos recurren a la violencia. Algunos en su desesperación se amarran bombas al pecho atacando inocentes. Así es, los héroes se vuelven insurgentes iraquíes.
Por si fuera poco, los Cylons tienen la capacidad de hacerse pasar por humanos. Son robots 100% orgánicos. Tienen sangre, corazones, cerebros, etc. Cualquier persona puede ser y probablemente sea, un androide con una bomba. Los antagonistas robóticos son fundamentalistas religiosos que destruirán la corrupción humana a toda costa. Algo así como un Terminator con una agenda religiosa. Si les preguntas, ellos te dirán que sólo hacen la voluntad de Dios.
Battlestar Galactica va más allá de la ciencia ficción. Se ha convertido en un espejo que refleja una parte poca vista de la cultura humana. Esa parte que hace que todas las personas se saquen los zapatos en el aeropuerto. Esa parte que hace que los gringos desconfíen de todos los extranjeros.
Nuestros héroes no serán capaces de resolver su dilema en 24 horas, pero algo está claro. El drama de ciencia ficción de David Eick y Ronald D. Moore está cargado de tensiones humanas y sociales. No hay buenos ni malos. Los personajes principales son paradojas andantes que en un capítulo pueden estar luchando por la libertad y al siguiente se acuestan con el enemigo. Así es el universo de Battlestar Galactica. Sucio y obsceno como el nuestro.
Solo que se encuentra en una galaxia no tan lejana.
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