Como hace tiempo que no escribía por estos lares voy a hacer una breve (bueno, no tanto) introducción, un poco como catarsis y un poco para describir cómo es que terminé queriendo hacer esta reseña que no era para nada mi idea original… ya, ya, y feliz año, pa’ que no digas que en este blog no hay espíritu.
Seguro que en algún lado debes haber visto ya, aunque sea de pasada, que Hayao “me-voy-por-mi-segundo-Oscar” Miyazaki ha dicho que uno de los problemas de la industria de la animación es que los otakus la están invadiendo y produciendo cualquier cosa. Otakus, en sentido ponja, por cierto, o sea, gente que ya linda con la obsesión clínica y la incompetencia para las relaciones sociales.
Ahora, no es que lo que diga Miyazaki sea ley, pero vamos, esa conclusión es una buena candidata para explicar la redundancia de la personalidad de tantísimos personajes y situaciones, diálogos o interacciones inverosímiles, saturación de recursos visuales sin contenido y, en general, malos guiones enlatados y llenos de clichés; que dicho sea de paso coincide en no pocos casos con los animes más populares, ergo, los que más consumen los otakus (¡oh, tragedia del círculo vicioso!). En fin, sus declaraciones hicieron que me pregunte si se referiría a la producción animada en general o si habría alguna acotación que hacer entre el anime original y el que es adaptación de otros formatos (la mayoría), porque en el segundo caso me parece que habría que extrapolar la misma crítica para la industria del manga (que adolece de los mismos defectos) y ahí sí que el círculo se cierra y ajusta para terminar de estrangular lo que quedaba de nuestras esperanzas.
Frente a semejante visión apocalíptica, inmediatamente se activó un mecanismo de defensa y pensé con nostalgia en aquellos animes que me parecieron buenas adaptaciones de la literatura japonesa (porque del manga y de la literatura universal muy fácil pe, no seas aburrido) y pasaron por mi cabeza, por ejemplo (y no va a ser) La tumba de las luciérnagas (adaptada por Isao Takahata de la obra de Akiyuri Nosaka, y que la pueden encontrar en la Librería Communitas), Los viajes de Kino (adaptada por Ryutaro Nakamura de las novelas ligeras de Keiichi Sigsawa, una muestra en 14 episodios de que con pocas palabras y un guion ligero se puede sugerir mucha profundidad), Aoi Bungaku Series (adaptada por Madhouse de 6 historias clásicas de la literatura moderna japonesa, 12 episodios con tan poca aspiración comercial –entiéndase independencia- que uno puede saborear a su gusto lo que es el drama y el suspenso desde una perspectiva cultural distinta[1]) y Paprika (adaptada por Satoshi Kon de la obra de Yasutaka Tsutsui, uno de los principales autores japoneses contemporáneos de ciencia ficción). Y sobre esta última se me ocurrió hacer una reseña. Esa era mi idea original.
No obstante, y prometo que esto es lo último antes de entrar a la reseña, mientras volvía a ver Paprika pensé que sería mejor reseñar alguna otra incursión de Tsutsui en el manga o el anime que no sea tan conocida, y que mejor aún sería que esta incursión no sea una adaptación de sus obras sino una incursión directa en la que él haya sido guionista. Así, recordé que hace más o menos un año leí el manga Telepathic Wanderers, y así también es como entramos en materia.
Telepathic Wanderers, con dibujo de Sayaka Yamazaki, fue publicada originalmente durante el primer quinquenio de la década pasada, así que estamos hablando de un autor ya consagrado y bastante maduro en su estilo. La historia, de tan solo 4 volúmenes, es muy entretenida. No iba a ganar un Premio Cultural Osamu Tezuka, pero la obra vale realmente la pena. Se trata de un thriller sobrenatural sobre una telépata resignada (Nanase), que ha aprendido a vivir en un ostracismo voluntario por la angustia y la responsabilidad de escuchar constantemente los pensamientos de los demás, pero a la que el encuentro con otras personas con poderes psíquicos hará despertar de su apatía inicial y será el motor de la acción en general.
Una de las cosas que más me llamaron la atención de la historia fue su estructura muy bien delimitada a lo largo de los 4 tomos: hay un arco que no podría fungir de otra cosa que no sea de introducción en sentido estricto, su objeto es simplemente sumillar la idea general; la presentación de los secundarios se hace de uno en uno en el contexto de cada aventura hecha a medida para cada presentación; y cuando ya todos los ingredientes están listos se nos planta la aparición del antagonista principal y la aventura final junta a todo el elenco para la foto.
Lo bueno de que las partes estén tan pautadas es que favorece la coherencia de la historia y si no fuera por unos detalles en el desarrollo de los personajes, tendríamos una obra sólida que no deja cabos sueltos y se cierra perfectamente en sí misma. No obstante, personalmente, me parece que el problema con cuadricular tanto la estructura es que el autor pierde fluidez al momento de hacer los giros de una parte a otra; pero no es que sea un gran problema tampoco.
Lo mejor es la narración y el contenido. La historia es ligera y la narración no se entretiene con pretensiones cientificistas que, precisamente por la ligereza, estarían fuera de lugar. La acción es rápida y no da vueltas sobre sí misma. Por eso es tan amena y entretenida, la tensión y el misterio se sostienen bien porque en el fondo la trama es sobre fugitivos que quieren pasar de incógnitos y sus desventuras en un juego del gato y el ratón, lo sobrenatural funciona más como una caja de herramientas para ampliar las posibilidades narrativas, pero siempre dentro de la matriz que he descrito. Bajo esa lógica, hubiera preferido un mejor uso de los recursos que estaban disponibles, el autor nos presenta una serie de poderes psíquicos extraordinarios cuyo potencial en el guión apenas raspa la superficie, a excepción, quizá, de la telepatía.
De otro lado, el desarrollo de personajes es igualmente ligero pero preciso. Los diálogos son puntuales y creíbles, y las relaciones se establecen, mantienen y justifican por exigencia de la historia, para su propia consistencia como un todo. Más que los sujetos, lo que importa aquí es la dinámica presa-cazador que hay entre ellos. Sin embargo, esto tiene dos excepciones notables, una para bien y otra para mal. Por un lado, de Nanase se nos da un buen background y se nos confronta constantemente con su personalidad, lo cual es necesario para acercarnos a la trama (incluso hay un apéndice con una historia de su pasado). Pero por otro lado, la identidad del misterioso antagonista principal y sus motivos resultan francamente flojos para mi gusto, tanto en la forma, ya que se agota en dos pincelazos, como en el fondo, porque pareciera un deux ex machina para ahorrar explicaciones.
Personalmente, hubiera preferido dejarlo como una sombra sobre la que el lector ponga la luz que mejor le parezca. De hecho, la principal virtud de la obra es que el guión de Tsutsui, hasta el momento de descubrir al villano, te permite llenar a tu gusto los intersticios que pudieran haber sin perder integridad, coherencia, y para hacer eso, hay que admitir, se tiene que tener un mínimo de maestría.
Bueno, como me salió más largo de lo que pensaba y cabe la posibilidad de que te saltaras la mitad del artículo, pongo abajo un pequeño resumen:
Pros
|
Cons
|
· Se trata de una incursión al manga de uno de
los principales autores ci-fi de Japón.
· Es una obra breve con una estructura bien
delimitada que la hace fácil de leer.
· El guión, siendo ligero, tiene buena
consistencia y está tan bien logrado que se permite amplias elipses
narrativas.
|
· No se explotan los recursos narrativos que el
mismo autor pone en bandeja.
· En el clímax, los motivos del antagonista
resultan demasiado flojos.
|
Opinión: RECOMENDABLE
|
[1]
Varias de las obras que inspiran la serie están disponibles en librerías
limeñas: Indigno de ser humano de
Osamu Dazai está en Librería Communitas; Kokoro
de Natsume Soseki está en SUR, El Virrey y Communitas; y las de Akutagawa
están en distintas librerías en los libros que coleccionan sus cuentos
(Librería de la PUCP, La Familia, El Virrey o Quilca) o también las pueden leer
online.
Comentarios
Lo que ha dicho Miyasaki es muy simple, es un fenómeno que ocurre en las grandes industrias del cómic (y otras industrias culturales), y exactamente de lo mismo -refiriéndose al mercado gringo- ya habló Moore hace como 30 años (es el mismo fenómeno). Se trata pues de una degeneración genética producto de una ''endogamia'' mental. Me explico:
Tanto en el cómic como en el manga (no tanto en el cómic europeo) los nuevos creadores son fanboys, otakus, etc. es decir gente que creció consumiendo cómics y que en muchos casos (ahí lo negativo) SÓLAMENTE LEE CÓMICS. Entonces pues, ahí comienza un problema de estrechéz en cuanto a influencias, referencias, marcos culturales, etc.
Más que en el manga (aunque ahí, más que en temáticas, y a lo que se refiere Miyasaki, es digamos a una ''uniformidad estética''), el problema me parece mucho más grave en el cómic norteamericano de franquicia (incluso en el mainstream en general). Desde los 70's en adelante la mayoría de gente que escribe cómics son pues los fanboys convertidos en profesionales, y eso acarrea los problemas antes mencionados producto de la endogamia. Para escribir Superman se basan en los cómics de Superman que leyeron. Para escribir a Spiderman se basan en los cómics de Spiderman que leyeron, etc. Incluso para hacer sus ''creator-owned'' se basan en los cómics que leyeron. No pues. De ahí la degeneración ''genética'' de los contenidos, lo del famoso reciclaje también.
No está mal que alguien que haga cómics / manga lea cómics / manga, obviamente debe hacerlo, pero ya cuando se llega a niveles de fanboy u otaku ahí está el problema (pese a que a los lectores ni les interese y más bien celebren a esos nuevos autores). Uno de mis guionistas preferidos, por ejemplo Alejandro Jodorowsky, que se ha dado el lujo de colaborar con los mejores dibujantes del planeta como Moebius, Juan Giménez, o Boucq, es alguien que ni siquiera leía ni suele leer cómics habitualmente. Pero mira los cómics que hace.
Es sólo un ejemplo no estoy fijando ninguna regla, pero creo que a ese aspecto de la 'endogamia creativa' o 'endogamia estética' es a lo que se han referido autores como Moore o Miyasaki. No hay que ponerse a saltar como payasos diciendo ''jajaja otaku te cagaron, jajaj viva superman'' como parecen celebrar los ñoños de la Nuez. Por ahí no van los tiros.
Al margen de eso bienvenidas las reseñas sesudas, ya casi extintas de la blogósfera peruana.