Animal Machine y Moko 6: reseñas

Tenía pendiente dos reseñas, una del ya no tan nuevo Animal Machine de David Galliquio, Eduardo Yaguas y BoShek; y el Moko 6 de un nutrido sexteto compuesto por los dos primeros, Martín Silva, Lucía Brutta, Jesús Cossio y Renso Gonzales. Esta última lanzada en el I Festival de Historieta, Ilustración y Dibujo “Ciudad de Lima” 2013 de hace dos semanas. 


La verdad que no quisiera mandarme un floro sobre cada historia de ambos productos. De hecho, voy a apelar a la comprensión del respetable y pedir que se me excuse de hacerlo porque entre las particularidades del todo y las particularidades de cada narración, no terminaría nunca, y es sábado pe, sé consciente. Así que me voy a dedicar a las primeras y esporádicamente me referiré a las características de las historias que me llamaron más la atención, sin desmerecer las otras.

Si bien la transgresión y la experimentación (t-e, para no andar repitiendo) son prácticamente cualidades genéticas de todo fanzine, en el caso de estos dos se añade la sofisticación (así de arty me voy a poner) y con eso me refiero a complejidad y refinamiento. Esto es más que un halago, es una declaración de esperanza por la producción peruana. Tanto en el Animal… como en el Moko 6, la experiencia y habilidad de los autores hace que su transgresión vaya más allá de la denuncia común (más o menos corrosiva en cada caso) o que su experimentación no sea desestructurada, como normalmente suele ser en la producción fanzinera. Si uno ve las cosas de este modo, se da cuenta que las dos obras denotan mayor madurez que sus contemporáneas. Chequeen. 

Lo primero que hay que resaltar son las portadas, las cuales me parecen uno de los mejores aportes de ambos productos. Las mismas, a diferencia del contenido fotocopiado, fueron hechas en imprenta, lo cual garantiza la nitidez de los colores y, por ende, la estética psicodélica que es intrínseca al mensaje de las mismas. Y este mensaje es precisamente lo esencial, es aquí en donde se ve la t-e sofisticadas que las hace particulares. No tienen una simple función estética que revele el estilo o espíritu de la publicación, ni presentan simplemente el contenido, las portadas funcionan como metadiscursos que en el caso de Animal… (a cargo de Yaguas) narran la génesis del proyecto. La idea surgió entre chelas en el Jr. Quilca, como narran los autores, por lo que no es difícil identificar en el dibujo a los tres cabecillas, al desbarajuste de colores y figuras que es la creatividad y al gienecillo diabólico que representa a su criatura y que uno de ellos parece mirar con satisfacción. 


En el caso de Moko 6 (portada y contraportada a cargo de Gonzales) el metadiscurso es menos elaborado, pero igualmente presente, aquí tampoco predomina la vocación estética, que es absolutamente apreciable, o introductoria, sino que narra una historia en sí misma (como si realmente no hubiera portada ni contraportada). Historia, además, “abundante” de elementos estructurales tácitos, pero con tan buen manejo que no pierde integridad y permite que el lector complete mentalmente los detalles con fluidez. Debo reconocer que Gonzales no es uno de mis autores favoritos, pero la maña con la que desarrolla ese microrrelato es destacable. 


En cuanto al contenido, creo que el t-e se expresa principalmente en Moko 6, en donde coexisten hasta 5 formas narrativas distintas: comic, cuento ilustrado, crónica ilustrada, lírica ilustrada e incluso texto de difusión, así como las hibridaciones entre estos y la ilustración a secas, pero armónicamente. Tal vez lo realmente nuevo en este caso sea la crónica y el texto de difusión. El último no es precisamente raro en fanzines, pero sí lo es en fanzines comiqueros. 

Ahora, como ya dije, lo particular aquí está en la sofisticación, y en eso resaltan principalmente Martín Silva con su híbrido de cuento ilustrado y cómic La vida que es sueño, en donde la tensión narrativa pasa de nula a intensa hacia el final, cuando le da un elemento sorpresa al desenlace que, para ser honesto, es algo que se extraña en la publicación nacional. También resalta Galliquio, en general por su versatilidad (hace comic, crónica ilustrada y texto ilustrado de difusión), y en particular por su Crónicas de una puta y Cuidado con esos enanos, en los cuales, si bien el texto no es exclusivo de él, es quien les da la forma final para integrar el dibujo y las palabras. El resultado se logra liberar de la saturación habitual de la que adolecen estos intentos por distintos autores. 



Imposible pasar por alto el hecho de que el texto de difusión sea sobre racismo, algo de lo que Galliquio ha sido y es comúnmente acusado. En una reciente e interesante entrevista admitió que algunas veces tal vez sí haya "pisado el palito" o se haya situado en una zona gris en donde es difícil determinar para el lector si se manifiesta o no (voluntario o no) un prejuicio racista, como es mi caso. Por ello es que esta historia en particular me parece interesante, funciona como una suerte de declaración de principios en la cual hace dos cosas: deja claro que el racismo es algo que quiere desincentivar y que el humor no tiene zonas sacras; por eso inicia y termina con bromas racistas que de hecho refuerzan la denuncia del texto de difusión, cerrando muy bien el mensaje. 


El contenido de Animal… expresa una t-e, por decirlo de alguna forma, un tanto más tradicional. Resaltan principalmente Un día sin gatos de Yaguas y Condorito de Galliquio. El primero hace una extraordinaria parodia de la sensibilidad social, la cual se banaliza por la falta de compromiso y las ansías histriónicas, en buen cristiano, la pose. Lo destacable es la precisión narrativa, que depura detalles y temas conexos. El segundo da cuenta de algo respecto de lo cual Galliquio se está haciendo grande, la reinvención. Condorito renarra una parodia que él mismo cuenta haber visto, y que tal vez sea esta, pero la complejiza para parodiar ya no solo al personaje, sino al universo. 



Otra muestra de esto es la historia que el mismo autor hace del Supercholo: en rutina diaria, trabajo que no está en ninguna de estas publicaciones, pero que fue expuesto en una de las galerías del I Festival de Historieta, Ilustración y Dibujo “Ciudad de Lima” 2013 dedicada a dicho personaje. En esa muestra se presentaban visiones estéticas sobre el personaje, algunas fascinantes por cierto, pero la única que realmente lo repensaba era la de Galliquio, dándole continuidad, contemporaneidad y contenido social. 

Para terminar (y tal vez ya esté especulando por el cansancio) creo que la fórmula ganadora de estas obras es su forma especial de ser conjunta, especialmente en el caso de Animal…. Es decir, no es un proyecto colaborativo en el que cada autor produce su aporte con independencia, dando como resultado una aglomeración. Es un proyecto estrictamente coorporativo, producto de la interacción en la misma fase creativa, o sea, de pura sinergia. Ojalá que siga así. 

Los fanzines están S/. 3 y los pueden encontrar en El Grito de Galerías Brasil, en Contracultura y en las ferias comiqueras. Por cierto, si tienen más curiosidad sobre la obra y algunos de los autores, aquí les dejo unas cuantas entrevistas:




Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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